miércoles, 20 de enero de 2016

Jurjo Torres: La desmotivación del profesorado. Por Jesús Sanjosé del Campo

Torres, Jurjo: La desmotivación del profesorado. Morata, Madrid, 2006. 125 páginas. Comentario realizado por Jesús Sanjosé del Campo.

A base de manifestar de una u otra manera las dificultades que tiene el profesorado (¿todo?, ¿especialmente el de secundaria?) con los alumnos en el aula se ha llegado a crear un cierto mito al respecto. De ahí que cualquier alusión en un título hacia el tema despierte un especial interés entre buena parte del público. Lástima que entre análisis bien formulados acertados se viertan determinadas afirmaciones que por repetidas una y mil veces no son de recibo y, sobre todo, no ayudan demasiado al fin que se pretende.


El libro está estructurado en torno a cuatro capítulos. En el primero se plantean una serie de dificultades que existen para analizar el momento presente de la educación, en el segundo se denuncia un complot para destruir la enseñanza pública, en el tercero se hace un recorrido analítico de las dieciséis causas de la desmotivación del profesorado y el cuarto es un canto a la necesidad de hacer las cosas de otra manera.

A juicio de Torres, a una época inmediatamente anterior caracterizada por una gran creatividad en todos los campos de la cultura y, por ende, en el pedagógico, le ha seguido una época plana, poco creativa e incluso retrógrada, aspectos que se reflejan de una forma especial en el mundo pedagógico. No podemos estar sino de acuerdo básicamente con estas afirmaciones, aunque entendamos que ésta ha sido una tónica muy general a lo largo de la historia y que el único factor nuevo es la velocidad con la que esto ocurre.

Bajo el título «Los intentos de destrucción de la enseñanza pública», plantea Torres una estrategia política general que está logrando desacreditar la enseñanza pública a base de acreditar la enseñanza privada. Entiende Torres que este fenómeno no se reduce a España, sino que es mucho más generalizado. Entiende además que hay una serie de organizaciones internacionales que con sus sistemas de medición está contribuyendo ampliamente a ello.

La parte más amplia del libro es la dedicada a hacer un barrido de las razones que contribuyen a crear en el profesorado esa situación de desmotivación. Estas razones las cifra en dieciséis y van desde una falta de comprensión de las finalidades del sistema educativo, hasta la falta de una formación inicial adecuada, pasando por la pobreza de las políticas de actualización del profesorado, la existencia de un currículo obligatorio sobrecargado de contenidos, la existencia de una administración educativa que, por una parte, no apoya el proceso educativo y, por otra, limita sus actuaciones a incrementar la burocracia, la ausencia de una cultura democrática en los mismos centros escolares, la falta de habilidades del profesorado para comunicarse tanto con el alumnado como con las familias, el consenso que favorece que el profesorado es el único responsable de la calidad de la educación, el ambiente social de escepticismo y banalización que no apoya precisamente un hecho educativo que requiere creencias y seriedad, la falta de incentivos al profesorado más innovador, una continua ampliación de las funciones encargadas a la educación, la mayor visibilidad de los efectos del trabajo del profesorado y las políticas de mercantilización y privatización. 

Llama la atención que el profesor Torres utilice de forma habitual los resultados de los informes (PISA) de una organización (OCDE) tan denostada en el capítulo anterior. A la vista de esto, creo entender que lo que pretende plantear en el comentario anterior no es la falta de necesidad de ésta ni siquiera la falta de necesidad de los informes que elabora, sino más bien el mal uso que los medios periodísticos hacen de los datos que la organización elabora; si esto es así, estaríamos de acuerdo. Con lo que no podemos estar de acuerdo es con la visión estatalista de la enseñanza pública que Torres manifiesta, tanto en el capítulo segundo como en el apartado 13, en el que comenta las políticas de mercantilización y privatización, haciendo una interpretación sesgada del Informe 2001 de la Fundación Encuentro. Por supuesto que tampoco es de recibo la afirmación del exceso de proporción de enseñanza privada en España en relación con otros países (ver, por ejemplo, el caso de Bélgica). En cualquier caso, y aunque se discrepe de algunos aspectos del diagnóstico, sirve para acercarse a la situación del profesorado.


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