lunes, 8 de mayo de 2017

Jesús Espeja Pardo: Lo divino en la experiencia humana. Por Rafael Amo Usanos

Espeja Pardo, Jesús: Lo divino en la experiencia humana. Sobre la condición moral. San Pablo, Madrid, 2016. 336 páginas. Comentario realizado por Rafael Amo Usanos.

El espíritu conciliar de renovación se ha dejado sentir con fuerza en la teología moral. Con las páginas de este libro, el teólogo dominico –es importante este dato–, Jesús Espeja, se suma a la renovación de la moral.

El autor toma como punto de partida el decreto Optatam Totius n. 16 en el que se pide a la teología moral que “se nutra de la doctrina evangélica” y encuentra, en la reflexión de la tradición teológica dominica, la forma de hacerlo. Por eso pretende «recuperar la visión evangélica de la moral que Tomás de Aquino logró presentar con nueva versión» (p. 197). 

Esta intención original la lleva a cabo de dos modos. El primero, mediante la presentación de las bases bíblicas (vetero y neotestamentarias de la moral). El segundo, por medio de la lectura sistemática de los trabajos de cuatro moralistas dominicos: Antonio Sanchís, José Antonio Linares, Rafael Larrañeta y Bernardo Cuesta. Es especialmente interesante la trama que utiliza para sistematizar el pensamiento de estos autores, pues recoge las tres hebras del pensamiento moral tomista: la Gracia como nueva ley, la madurez de la persona y la felicidad como objetivo de la acción moral.

Jesús Espeja termina haciendo una propuesta de teología moral fundamental –aunque la hace a lo largo de todo el libro por medio de su estructura– que responde a su biografía: él es dominico y ha dedicado gran parte de sus estudios a la cristología. Por este motivo, su propuesta presenta dos características: una fidelidad a la tradición tomista, quizá demasiado destilada en los alambiques de las más recientes aportaciones teológicas y una pretensión cristocéntrica. Esta última es la que explica la razón de ser del libro y de su título. 

La encarnación –dice el autor– «no es solo humanización de lo divino, sino también divinización de lo humano […] Así su conducta [la de Jesucristo] es referencia decisiva para una moral que brota de la experiencia como amor dando sentido nuevo a la existencia humana. Siguiendo la conducta de Jesucristo, imagen de Dios invisible, los seres humanos vamos creciendo en semejanza con el Creador. Este crecimiento es el objetivo de la moral» (p. 279).

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