lunes, 14 de enero de 2013

Susanna Tamaro: Para siempre. Por Javier Sánchez Villegas

Tamaro, Susanna: Para siempre. Seix Barral, Barcelona, 2012 (original de 2011). 188 páginas. Traducción de Guadalupe Ramírez. Comentario realizado por Javier Sánchez Villegas.

Soy perezoso a la hora de leer un libro que no me haya guiñado el ojo. Sí, has leído bien. Yo creo que tiene que haber química entre el libro y el lector. Que o bien el lector tiene que llamar al libro o el libro al lector. Además, que cada libro tiene su momento. Que el lector también tiene su momento. Esto me ha pasado con Para siempre, de Susanna Tamaro (1957, Trieste, Italia). Me lo recomendó Cristina hace algún tiempo. Lo puse encima de la mesilla de noche y allí se quedó varias semanas. Hasta que terminé otras cosas que tenía pendientes. No obstante, y ya en vacaciones de Navidad, me puse con él. Me llamó la atención la sintonía que empezó a establecerse entre Susanna Tamaro y yo. Coincidíamos en puntos. Por ejemplo:
"Falta un mes para la Navidad. Desde aquí puedo divisar la gran estrella en la carretera principal del pueblo y todo el cortejo de bombillas blancas que la preceden y la siguen para unirla a otras estrellas. Un variado conjunto de luces adorna las casas, los chalés, las granjas. Algunos abetos destellan en la oscuridad como semáforos enloquecidos al lado de simples arbustos, rosales o manzanos ensortijados de lucecillas. Quien no tiene árboles reviste de luz las barandillas, las rejas y los alféizares...
Luces cada vez más sorprendentes, más llamativas, transforman la atmósfera recogida del invierno en el alegre ambiente de una feria.
¿Qué se celebra? Nadie lo sabe ya, nadie lo recuerda.
Más que una celebración parece una forma de resistencia. Resistencia a la oscuridad, oposición a la noche misteriosa que está en lo más profundo de cada uno de nosotros, a la oscuridad que, antes o después, nos espera a todos".

Efectivamente. Esta descripción que ella hace en el ámbito rural, igualmente se puede aplicar al urbano. Madrid se ha llenado de luces en Navidad, pero nada me indicaba que fuera Navidad. Podían ser luces de San Isidro, o de una feria montada por el ayuntamiento. En el fondo, se trataba de estimular a la gente para que consumiera. Hay que salir de la crisis. La Navidad es una excusa. ¿A quién le importa que los cristianos celebremos el nacimiento de Jesús? Estas coincidencias me animaron a leer con más entusiasmo el libro. No obstante, y como ahora tengo bastante poco tiempo para las novelas, la lectura fue lenta al principio. Hace unos días tuve que ir al taller a recoger el coche de Cristina. El mecánico me dijo que si podía esperar diez minutos. "Por supuesto", le contesté. "Además, tengo buena literatura". Después de dos horas y media de espera, justo cuando terminaba la última línea del libro, el mecánico hacía su aparición para entregarme las llaves del coche. Y yo llamaba a Cristina para decirle que Para siempre ha sido el mejor libro que he leído últimamente, que su coche estaba listo y que no me había importado nada pasarme la tarde en el taller.
Susanna Tamaro

A Susanna Tamaro la conoce todo el mundo y por eso no necesita presentación. Se hizo muy famosa con su novela Donde el corazón te lleve (1994). Todos hemos soltado alguna lagrimilla con esas maravillosas cartas que la abuela dirigía a su nieta. Toda su obra está publicada en castellano en la editorial Seix Barral y, por lo que he podido comprobar, podéis encontrarla en cualquier librería. Susanna Tamaro probablemente es la autora más conocida mundialmente de Italia, junto con el ínclito Umberto Eco. Bueno.

Matteo es un cardiólogo que, quince años después de quedarse viudo, decide abandonar el ejercicio de la Medicina para irse a vivir solo a una casa en mitad de la montaña. Allí se dedica a cultivar el campo, a atender a los animales y a buscar su equilibrio interior. Acoge a montañeros, excursionistas, paseantes... que le solicitan comida o cama. Nunca cobra nada. Solo la voluntad. En ocasiones, la gente le pide consejo o una palabra que pueda colmar u orientar el corazón del visitante. Él los da encantado. Sin embargo, en medio de la soledad y de la oscuridad de la noche, sus fantasmas afloran. Así, a modo de diario o de carta a su mujer muerta, poco a poco va haciendo memoria de todos los episodios que han jalonado su vida y que le han configurado como lo que es: cómo conoció a su mujer, Nora; su primer hijo; el accidente (en el que mueren tanto la mujer, que estaba embarazada del segundo, como su hijo); el descenso a los infiernos... Depresión, alcoholismo... Matteo ve cómo su vida se desmorona. Nada le satisface. No encuentra sentido a nada. Se muestra cruel, inflexible, déspota... Encarna todo aquello que odió en otro tiempo. Se vuelve un monstruo. Y lo peor de todo, no escucha a nadie. Se cree en posesión de la verdad. Todo lo excusa. Parece como si el relativismo moral en el que nos encontramos hubiera echado raíces en él. Hasta que hay algo que le hace reflexionar. Algo que le llega al corazón, allí donde todavía se vislumbra la sombra del antiguo Matteo. Y rompe con todo para encontrarse consigo mismo en la soledad y en el silencio.

No puedo evitar transcribir estos párrafos que me han encantado. Hablan por sí solos:
"-Pues ahora también lo hace, de alguna manera repara los corazones, ¿no?
-Con el bisturí era más sencillo -respondí-. Ahora lo máximo que puedo hacer es ofrecer los instrumentos para realizarlo. Cada corazón, en su parte más secreta, esconde una brizna de sabiduría, recuerda un lugar, un momento en que ha sido feliz y siente nostalgia de ese lugar, desea regresar allí, de la misma manera que en el cambio de estación quieren regresar los pájaros migratorios. Esto es lo único que puedo hacer con mis palabras: que nazca el deseo de emprender el vuelo.
-¿Cómo se llama esa tierra? ¿La tierra prometida?
-Tiene muchos nombres pero una sola esencia, la inocencia, el asombro, el ser puros de corazón.
-¿Volver a ser niños?
-Volver a tener la mirada desprovista de malicia, de corrupción, esa mirada que, ante cualquier acontecimiento, en lugar de ver cómo sacar provecho, ve una posibilidad de amor.
-¿Es muy difícil?
-Sí. Se necesita mucho tiempo para volver atrás y a veces una vida entera no basta. E incluso cuando encuentras de nuevo tu mirada, debes tener cuidado, estar atento, porque el enanillo está siempre al acecho, no soporta que tú huyas del mundo minúsculo en el que quería encerrarte. Él te hace creer que has llegado a alguna parte y te dice 'detente, has llegado a tu sitio'. Por eso conviene taparse los oídos, como Ulises ante las sirenas, y continuar caminando hacia adelante.
-Pero ¿caminar en qué sentido? -preguntó de nuevo la joven.
-En el sentido de vivir el silencio".

"Con el tiempo, comprendí que el destino no es otra cosa que el camino que debes recorrer para encontrarte a ti mismo".


"No son las cosas que hacemos las que dan calidad a nuestros días, sino cómo las hacemos".


"-¿Y dónde estaba (Dios)? -pregunté.

-No estaba. ¿Sabe por qué no estaba? Porque Dios no es omnipotente. Nos hemos amparado durante milenios en esta idea, como polluelos bajo el calor de la incubadora, pero no es cierto.
-¿Dios no lo puede todo?
-No puede hacer nada sin nuestra colaboración.
-¿Qué podemos hacer?
-Estar a su lado, escucharlo, rectificar. Consolarlo.
-Pero ¿dónde está Dios?
-Dios está donde se le permite entrar".

"Sin soledad es imposible comprender el sentido del tiempo. Y si no se comprende el sentido del tiempo, no se puede entender el sentido del hombre... Nuestro tiempo se alimenta de lo eterno".


"Tú apareciste en mi vida y después, de repente, te marchaste; y yo, durante años he perseguido con furia lo que había perdido, sin darme cuenta de que no debía concentrarme en la ausencia en sí, sino en el significado que tenía aquella pérdida para el tiempo que me quedaba por vivir.

Tú te retiraste para que yo pudiera crecer".

"Cuando llegué al establo, recordé el rostro radiante de una anciana que había conocido en un pueblecito de montaña, durante mi largo peregrinaje. Vestía de negro y estaba sentada en un banco; sus nudosas manos estaban desgastadas por el trabajo y, con aquellas manos, sujetaba un bastón.

Me senté a su lado y cuando le pregunté: '¿Quién es Dios?', ella me respondió:
-Dios es una criatura a la que hay que cambiarle los pañales".

En fin. Por si todavía no te han picado las ganas de leerte este libro, te diré que está escrito con absoluta maestría, que tiene giros alucinantes y que te enganchará. Al final te quedas con una sensación muy positiva, te sientes bien, pero con una cierta necesidad de valorar sobre qué pilares has construido tu vida y qué cosas deberían cambiar. Como ves, no es una novela frívola. Todo lo contrario. Susanna Tamaro se introduce de lleno en el corazón humano y te lleva de la mano por todo lo bueno que hay en él, pero también por todo lo malo. Y lo curioso del tema es que te ves reflejado de alguna manera en Matteo. Qué suceda a partir de aquí depende solo de ti. Yo simplemente me limito a recomendarte este libro. Es un imprescindible. ¿Te animas?



4 comentarios:

  1. Hola Javier, como ves de vez en cuando si me leo las reseñas. Me parece muy motivadora para comenzar a leer el libro. Gracias!

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  2. Gracias a ti, Jaime. Espero que te guste tanto como a mí. Por cierto, ¿cuándo te vas a animar a escribir una reseña para enriquecer este blog?
    Hasta mañana. Un abrazo.

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  3. ¡Gracias por anunciar este libro! Yo lo lei el verano pasado y me pareció genial. Ojalá muchos se animen a leerlo... ¡Merece la pena!

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  4. Hola, Ana. Yo también creo que es una obra genial. De verdad, hacía tiempo que no leía algo que me cautivara tanto como esta novela. ¡Es Susanna Tamaro en estado puro! Habrá que seguir su estela, la que inició con "Donde el corazón te lleve".
    Saludos.

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