viernes, 23 de octubre de 2015

José María Mardones: La transformación de la religión. Por Juan Antonio Irazabal

Mardones, José María: La transformación de la religión. Cambio en lo sagrado y cristianismo. PPC, Madrid, 2005. 233 páginas. Comentario realizado por Juan Antonio Irazabal.


Desde hace varias décadas, la vivencia religiosa está experimentando notables cambios. ¿Son simplemente las formas exteriores las que están cambiando o nos encontramos ante un cambio de vivencia de lo sagrado, bajo el influjo de factores socio–culturales? Y, en medio de todos estos cambios, ¿en qué dirección apunta el futuro del cristianismo? 

Lo primero que ha cambiado —según el autor— es el marco socio–cultural en el que se inscribe la religión, un fenómeno que comenzó con la Ilustración en el siglo XVIII. Entonces se produjo la pérdida del monopolio de la religión en lo relativo a la cosmovisión. Del centro del sistema, la religión ha pasado a la periferia. Al mismo tiempo, el énfasis en la experiencia religiosa se va desplazando desde la institución al individuo, fenómeno que reviste dos caras: por una parte, un acusado individualismo, y, por otra, un mayor aprecio de la espiritualidad. De este marco socio–cultural se ocupa la primera parte de la obra.

En la segunda parte se ofrece un diagnóstico de las actitudes predominantes en nuestros días. Por un lado, son más frecuentes las manifestaciones de indiferencia ante lo sagrado (18% en España) y de una cultura predominantemente inmanentista: predominio de lo funcional, ceguera simbólica, consumismo de sensaciones, etc. Sin embargo, todo ello va acompañado de una igual o mayor credulidad, incluso de cierto reencantamiento del mundo —que el autor estudia más detenidamente en la tercera parte— a través de una religiosidad difusa y fluida que camina al margen de la religión institucional y pasa de lo sagrado poseído a un sagrado buscado. Pero, al mismo tiempo, se asiste a la reacción neofundamentalista o integrista que pretende mantener lo sagrado poseído, en parte como refugio ante los traumas causados por el capitalismo neoliberal.

La cuarta parte centra su atención en el cristianismo y sostiene una tesis central: el desmoronamiento del cristianismo de cristiandad orientado hacia el dominio social y político, un proceso que los nuevos movimientos eclesiales no parece que sean capaces de detener. Describe también otro fenómeno religioso de nuestros tiempos: el pentecostalismo, religión de los pobres y no blancos, que, más que una confesión particular, se presenta como un estilo de religiosidad elegido, de fuerte tono
emocional y con efectos liberadores.

La quinta parte está dedicada a «la reconstrucción católica» desde el catolicismo tradicional al conciliar, desde un Dios intervencionista que reparte éxitos y fracasos, salud y enfermedad, hacia lo sagrado encarnado en el hombre y Cristo como único mediador. El cambio de perspectiva ha sido considerable; pero ¿se ha asimilado?, ¿y cuál es el futuro de este catolicismo?

Mirando hacia el futuro, en la sexta parte, se entrevé una nueva relación entre la razón y la religión: va desapareciendo la fe ciega en la primera, y el pensamiento, sabedor de su incapacidad de proporcionar respuestas definitivas, se hace más abierto hacia una ampliación del concepto de racionalidad, en el que tiene cabida la religión. Sin embargo, el desplome de las grandes ideologías ha conducido también a una duda vertiginosa que no permite ignorar que los peligros para la razón son también peligros para la fe cristiana.

Como consecuencia, si en el pasado no pocos creyentes se contentaron, siguiendo la imagen de E. Biser, con permanecer al exterior de la experiencia propiamente religiosa, como ante la fachada grandiosa de una catedral gótica, sin atravesar el umbral, en adelante habrán de buscar una experiencia transformante, porque la pura exterioridad termina produciendo hartazgo y cansancio.

En el último capítulo se ilustran estas tesis con el acontecimiento mediático (cuantitativamente el más importante hasta la fecha) relacionado con la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI. En suma, el autor nos ofrece un cúmulo de datos de enorme interés para teólogos, pastoralistas y para quienes reflexionan sobre el presente y el futuro de la experiencia religiosa.


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